jueves, 10 de diciembre de 2015

El nacimiento de un potro.



A todos nos hace ilusión esperar el nacimiento de un potro.  Yo no fui excepción.  Era joven, sin experiencia pero me leí muchos libros con todos los peores problemas que pueden pasar.  Cada vez que se acercaba la fecha me ponía más nerviosa, leyéndome me cada vez más partos con problemas.

El último mes empezó, la yegua tuvo los mejores cuidados y sólo faltaba esperar el acontecimiento.  Instalé una cama en el guadarnés para no perderme el parto.  Cada noche subía a dormir en cuadras.  Hice todo para no perderme el parto.

La yegua también era joven y la primera vez que paría. Los caballos eran muy conscientes que yo estaba allí.  Cada ruido extraño sobresaltaba a ver si podía ser el momento tan esperado.
La yegua decidió esperar y aunque la leche y el calostro le goteaban de las ubres, no tenía prisa.  Un mes pasó, hasta que yo ya estaba cansada.  La noche que me rendí parió…  Fui a cenar a casa  y al tomarme más tiempo y tranquilidad, me perdí el principio del parto.  Hay que ver cuando molestamos, a veces es mejor dejar la naturaleza tomar su curso.
Mi familia dijo ¿No vas a subir?
Subí tranquilamente sin darme prisa solo para encontrarme un potrito recién nacido.  La placenta aún no había salido.  La yegua no paraba de relinchar cariñosamente al potrito.  Estaba con un poco de dolor.  Llamamos el veterinario que le dio el visto bueno y nos pasamos las próximas dos horas consiguiendo que mamase el potro.
 Después de muchos intentos y el potro hambriento y cansado decidimos sacar el calostro de la madre, las ubres estaban muy duras y con un biberón se los dimos al potrito.  Con la panza llena se durmió.

El día siguiente al sacarlos al paddock, nunca me olvidaré la reacción de los demás caballos.  Contentos, felices, relinchando y excitados.  La yegua protegió el potro de los demás hasta que se pudiera defender.

Realmente somos inconcientes de pensar que somos indispensables.  Generalmente los partos van solos sin ninguna complicación, hay que dejar la naturaleza seguir su rumbo y estar allí si la cosa se complica.

Desde entonces han nacido muchos potros en Mas Caterina, todos con su historia y todos muy diferentes.

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